MATERNIDADES SECUESTRADAS

Economía del Deseo. Parte II. Maternidades secuestradas





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Una de las pulsiones más poderosas en el cuerpo femenino es el de la maternidad, territorio que nos es propio a las mujeres, sin embargo, debemos afirmar que no es el fin último de nuestro destino biológico, en tanto despliegue de deseo por el otro, básico e incierto. Cuando afirmo que es incierto me refiero a la carga simbólica que se le ha otorgado. Punto climático que confirma a la mujer, al tiempo que la sella en la muerte social del sujeto femenino (biológico), es decir su vida se convierte en los hijas e hijos, ya no en la propia.








Maternidades secuestradas, fue en mi experiencia, un ejercicio particularmente necesario en torno a la reflexión de mujeres a las que les ha sido arrebatado una hija o un hijo; la presión social que implica tener o no hijos en las generaciones contemporáneas. Una operación que es absolutamente personal y que incide en lo social. Así los cruces que podemos localizar en dicha operación apuntalan a una economía de deseos, basados en la demanda y oferta de simbolizaciones corporales sociales y en la demanda de sujetos de los que la clase política y militar hacen uso para crear una política del terror, del miedo y la desconfianza, e inducen a la aplicación de la noción del sujeto cosificado, ( cuerpos desmembrados, desaparecidos, asesinados, violados, torturados, vaciados de órganos vitales, venta y trata de personas), esclavitud simulada de economía capitalista, enmascarada de neoliberalismo puro y duro.

Maternidades secuestradas es la recuperación de la maternidad, sea esta ejercida o no, por derecho propio, igualmente un recordatorio de la constante, dónde afirmamos que los cuerpos de las mujeres, nuestros cuerpos, son y serán un territorio dónde nosotras y solamente nosotras podemos definir, decidir e incorporar la maternidad, sea ésta en solitario, acompañada por un hombre o mujer, o en la renuncia de la reproducción por decisión propia.
Maternidades secuestradas, es un acto de solidaridad con otras mujeres, encuentro de mujeres creativas, políticamente incorrectas, desafío al monstro citadino, ruido dentro del ruido que hace estallar la paciencia de los transeúntes, burla a todas las instituciones que nos han querido obligar a portar un corsé, que ya bastante nos estorba e impide ampliar los horizontes como ciudadanos, pues nos ha sido despojada toda protección que resguarde las garantías individuales, que dicha vía, nos hacía pensar que era posible vivir en civilidad. Deseos atravesados, por los deseos de un poder cegado por el miedo a perder el control de cada sujeto, advertencia que nos obliga a crear nuevas economías y a replantear la ubicación y desplazamientos de deseos, sean estos simbólicos o corporales.                                                                      México DF, 2013.


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