DE LA SERIE: DIÁLOGOS CON TU AUSENCIA.
El camino del corazón
Una pregunta flotaba en el aire… los ojos rojos, de llorar sin respuestas inmediatas, una presión fuerte en el pecho a penas nos permite respirar, nos cansamos de vernos en el espejo, pues nos avergüenza tanto mirarnos en ese estado, el otro se ha marchado, descansamos y agonizamos al tiempo que flotamos a la deriva de nuestro dolor, de un músculo que se contrae, que se somete a nuestras necesidades corpóreas, culturales, olfativas; un otro tiempo inicia, nos descuartizamos para rescatar algunas piezas, para sangrar hasta el paroxismo, sobreviene la tristeza a cada minuto, a cada segundo, no se puede sentir, ni pensar, ni hablar de otra cosa, rodeamos la esperanza obsesivamente, nos consolamos en el recuerdo de lo creído poseído, de lo intangible de las promesas, de las carisias, del placer, echamos a andar como ciegos en pantanos blandos, nos estorba el aire, el cabello, las lágrimas, hemos arribado a solas, donde nos acompañamos medio vivos a nosotros mismos, elegimos el destierro como un suelo fértil, para aprender que estamos infinitamente solos, que el tiempo se ha marchado con el corazón en a mano…
Una pregunta flotaba en el aire… los ojos rojos, de llorar sin respuestas inmediatas, una presión fuerte en el pecho a penas nos permite respirar, nos cansamos de vernos en el espejo, pues nos avergüenza tanto mirarnos en ese estado, el otro se ha marchado, descansamos y agonizamos al tiempo que flotamos a la deriva de nuestro dolor, de un músculo que se contrae, que se somete a nuestras necesidades corpóreas, culturales, olfativas; un otro tiempo inicia, nos descuartizamos para rescatar algunas piezas, para sangrar hasta el paroxismo, sobreviene la tristeza a cada minuto, a cada segundo, no se puede sentir, ni pensar, ni hablar de otra cosa, rodeamos la esperanza obsesivamente, nos consolamos en el recuerdo de lo creído poseído, de lo intangible de las promesas, de las carisias, del placer, echamos a andar como ciegos en pantanos blandos, nos estorba el aire, el cabello, las lágrimas, hemos arribado a solas, donde nos acompañamos medio vivos a nosotros mismos, elegimos el destierro como un suelo fértil, para aprender que estamos infinitamente solos, que el tiempo se ha marchado con el corazón en a mano…
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